En un barrio residencial de Madrid, se encuentra una vivienda unifamiliar que ha sido testigo del crecimiento de una familia durante décadas. Construida en los años 80, esta casa requería una actualización que no solo respondiera a las necesidades de más espacio y luz, sino que también reflejara la personalidad de sus propietarios.

La remodelación se llevó a cabo con el objetivo de abrir los espacios y hacerlos más funcionales. Se eliminaron algunas paredes y se instalaron puertas correderas, lo que facilitó un flujo natural entre las habitaciones. Los acabados y materiales se eligieron para mantener la esencia original, pero con un toque personal expresado en colores vivos, texturas y formas geométricas.

Uno de los puntos clave de la reforma era mejorar la organización y el almacenamiento. Para ello, en el dormitorio se diseñaron armarios con altillo, una solución innovadora que agrega espacio extra para guardar todas las pertenencias y ayuda a mantener la casa ordenada y armoniosa. Además, el mobiliario en LACA blanco combina a la perfección con el tono azul de la pared del cabecero.

En los baños, se diseñaron muebles en madera de roble, dando un toque cálido y natural a las estancias. Para hacer de estos rincones aún más especiales, en uno de los baños se optó por pintar la pared de azul, mientras que en el otro se utilizó un tono más claro y fresco como el rosa. Estos colores se complementan con el suelo original de mosaico hexagonal que se ha conservado.

La renovación de esta casa es una mezcla perfecta de funcionalidad, organización y estética, donde cada elemento se ha diseñado y elegido meticulosamente.