Una familia de cuatro vive en un pequeño piso de una sola planta. Su pasión compartida es disfrutar de momentos juntos y cocinar en familia.

Con un espacio limitado, el reto era diseñar una vivienda que aprovechara cada centímetro, especialmente en la cocina, el espacio en donde pasan más tiempo. Ante la necesidad de una despensa adecuada para una familia grande, se diseñó una extensa área de almacenamiento. El pasillo, transformado con ingenio, alberga armarios que maximizan su potencial.

La elección de acabados juega un papel crucial: el LAMINADO Blanco amplía visualmente el espacio, mientras que el WOOD Roble aporta una calidez inigualable. Una baldosa azul en el piso demarca y embellece la zona de la cocina, mientras que la loza de barro cocido en el pasillo complementa este diseño, distinguiendo sutilmente los diferentes espacios de la vivienda.

La disposición de los espacios fue esencial. Al ubicar la cocina cerca de la entrada, se aprovecha el área de paso que comunica hacia un lado con las habitaciones, y al otro hacia el salón. Con un diseño de dos líneas, la parte inferior prioriza la función de cocinado y la superior maximiza el almacenamiento. En paralelo, el comedor invita a compartir, sin abrumar el espacio.

Con esta transformación, la familia ahora disfruta de un hogar funcional y estilizado, donde cada rincón refleja su amor por compartir y cocinar juntos.