En Burgos, una casa de campo de dos plantas espera con ansias la llegada del verano. Es en esta estación cuando se convierte en el punto de encuentro de dos familias hermanadas, que buscan disfrutar de la cultura y gastronomía de la región. Este refugio, con sus espacios tradicionales, se presentó como el lienzo perfecto para diseñar una cocina que se convirtiera en el epicentro de sus reuniones.

Dadas las necesidades de ambas familias, la cocina se diseñó pensando en la amplitud y en la capacidad de albergar a múltiples personas. El espacio reformado es abierto, conectando la cocina con el comedor y ofreciendo acceso directo al patio. Madera y tonos verdes dominan el diseño, conservando la esencia rústica. Los acabados en WOOD roble y LAMINADO Agave añaden frescura y contraste que se complementa con los tiradores PLOCKAR de IKEA. Con una disposición en forma de L, la cocina optimiza el almacenamiento con un gran mobiliario para la despensa y facilita la movilidad con comodidad.

El resultado es una cocina que combina funcionalidad y estilo, preparada para ser el escenario de incontables momentos familiares en los próximos veranos.