En una ladera de la Sierra de Guadarrama, The Grasshome se presenta como una alternativa a la vivienda convencional. Pensada para una familia, esta casa experimental propone una nueva manera de vivir, donde lo esencial cobra protagonismo: la conexión con el entorno, la calidad espacial y la libertad de uso.
Concebida sin pasillos ni estancias cerradas, su interior es un gran espacio abierto, completamente diáfano, donde todo fluye con naturalidad. Los techos inclinados de madera y el uso de materiales honestos le confieren un carácter industrial y cálido al mismo tiempo. Grandes ventanales al sur enmarcan las vistas panorámicas de la sierra, llenando cada rincón de luz y naturaleza.
Organizada en dos plantas, The Grasshome responde a un terreno con fuerte pendiente, lo que supuso un reto clave para el diseño. La planta baja está parcialmente enterrada en el terreno, lo que le da estabilidad. En contraste, la planta superior se construye con una estructura más ligera, la cual crea un espacio abierto y flexible. Esta dualidad estructural da lugar a una casa que se adapta a su entorno sin forzarlo.
Todo gira en torno a un eje central, donde la cocina, con acabado en LACA Blanco y tiradores ROUND, se articula en forma de L con una isla que estructura el espacio sin interrumpirlo. La encimera en LINÓLEO Mushroom, introduce una textura cálida y mate que contrasta con la limpieza del blanco, aportando equilibrio y calidez al conjunto. Frente a la isla, un sistema de armarios con el mismo acabado que en la cocina refuerza la coherencia visual del conjunto.
Pensada para evolucionar con quienes la habitan, The Grasshome no impone una forma de vivir, sino que se adapta a ella. Cada elemento está diseñado para integrarse con naturalidad, aportando funcionalidad, orden y ligereza visual. Aquí, los límites no los marca la arquitectura, sino las decisiones cotidianas de quienes la hacen suya.