Cocinas, Armarios - LAMINADO Metal
Arquitectura que abraza el reencuentro familiar
A pocos kilómetros de Sevilla, el pueblo de Carrión de los Céspedes parece suspendido en otro tiempo. Sus calles blancas, la hilera de naranjos marcando el ritmo del asfalto y el calor del mediodía que lo paraliza todo en verano dibujan una escena detenida, casi intacta desde el siglo XIX. Es aquí donde se encuentra Casa El Naranjo, una vivienda tradicional andaluza reformada por dos hermanas arquitectas para convertirse en el lugar donde su familia, dispersa entre distintas partes del mundo, se reencuentra cada verano.
La casa, antes fragmentada y deteriorada, fue rehabilitada por completo. Conservando su estructura original, incorporaron un nuevo volumen que redefine los espacios y genera una experiencia más abierta, serena y fluida. El proyecto se pensó como un punto de encuentro: un espacio donde convergen generaciones, estilos de vida y referencias culturales. Cada rincón está diseñado para recibir. La planta baja gira en torno al patio central, con un naranjo centenario que actúa como ancla emocional y visual. A su alrededor, salón, comedor y cocina se conectan sin interrupciones, fomentando una convivencia natural.
En ese equilibrio entre lo nuevo y lo antiguo, las arquitectas eligieron materiales neutros y formas depuradas que permiten que las piezas de diseño contemporáneo conviven con obras de arte familiares y objetos rescatados de su antigua casa en Milán. El resultado es un espacio luminoso y sereno, donde la arquitectura se retira para dar protagonismo a la vida cotidiana.
La cocina, abierta al patio, es el núcleo funcional y emocional de todo ese movimiento. Diseñada con volúmenes abstractos, almacenamiento oculto y una gran isla accesible desde todos los lados, permite una participación espontánea de todos los miembros de la familia. Mientras uno cocina, otro pone la mesa; mientras preparan ingredientes, los niños pintan o curiosean. La isla es más que una superficie: es escenario de conversaciones, desayunos, meriendas y talleres improvisados.
Los acabados en LAMINADO Metal en cocina y armarios, con su canto negro y aspecto casi escultórico, aportan una materialidad sutil que contrasta con el mortero de las paredes y el suelo continuo de cemento. Y en esa manera de vivir, cocinar mientras se mira al naranjo se ha vuelto una especie de ritual íntimo, silencioso.
Casa El Naranjo no fue concebida como una segunda residencia. Es una casa para volver. Una arquitectura que no aspira a impresionar, sino a sostener , el calor, la conversación, la pausa, la memoria. Cada verano, la familia vuelve a reunirse y, en ese reencuentro, la casa vuelve a cobrar sentido.
Proyecto:
Casa El Naranjo
Fotografías:
Sergio Pradana
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