Pensada para una joven pareja, esta casa se rediseña también como una forma de repensar cómo vivirla. La reforma parte de esa idea y reorganiza el espacio desde lo esencial, permitiendo que la luz gane protagonismo. Las dos terrazas, antes poco aprovechadas, pasan a ser el eje del proyecto e incorporan su uso al ritmo diario. Forman parte del recorrido y refuerzan la conexión entre dentro y fuera sin forzarla.

Al abrir el salón hacia ellas, todo cambia: el espacio se amplía, gana profundidad y claridad, y la estancia principal adquiere otra escala. El interior se extiende hacia fuera sin rigideces, y cada zona se percibe más abierta, equilibrada y conectada.

La cocina se incorpora a este mismo flujo. Separada por una gran isla que funciona como mesa alta, se convierte en punto de encuentro, conversación y movimiento. Los frentes en el acabado LACA Roto aportan una suavidad que equilibra la presencia del hormigón visto, expuesto en puntos clave para mostrar la estructura original. La madera de abedul suaviza las transiciones y suma calidez sin imponerse.

El diseño parte de decisiones sencillas pero meditadas: aprovechar la luz, elegir materiales sencillos y duraderos, conservar lo que aún tiene valor, y hacer que todo encaje con naturalidad.

El resultado es un espacio que se percibe distinto. Más ligero, más luminoso, más en sintonía con quienes lo habitan. Un lugar donde todo fluye sin esfuerzo y cada rincón invita a quedarse.