En un piso de 55m2 en Barcelona, reside una pareja cuyo amor por la gastronomía les llevó a renovar su cocina. Querían un espacio práctico en donde ambos pudieran desplegar sus habilidades culinarias al mismo tiempo. El diseño debía ser funcional, pero también combinar en armonía con otro elementos de la vivienda, como la bóveda catalana y el suelo de madera.
La solución más práctica fue diseñar una cocina en forma de L. Esta distribución, no solo ofrece una encimera amplia, sino que al estar abierta hacia el salón y comedor, facilita la fluidez en la preparación de alimentos y la interacción entre espacios.
Para los acabados, se optó por el LAMINADO blanco para potenciar la luminosidad del espacio y ofrecer un contraste armonioso con el tono tostado de la bóveda y la madera. A esto se suman los muebles de pared en WOOD roble, que, además de brindar funcionalidad, incorporan un almacenamiento abierto que añade un matiz decorativo y auténtico.
Con esta reforma, la pareja tiene el escenario perfecto para dar vida a sus inspiraciones gastronómicas.