Este proyecto parte de una vivienda de 86 metros cuadrados ubicada en el barrio de Gracia, en Barcelona. Aunque se trataba de una construcción reciente, los propietarios sentían que el espacio no respondía a sus necesidades reales ni a su estilo de vida. Los acabados resultaban impersonales y la distribución no aprovechaba todo el potencial de la superficie. El objetivo fue claro: transformar el piso en un hogar más funcional, cálido y coherente, con una identidad propia.

La reforma se centró en reorganizar el espacio de día para mejorar la circulación y dar una mayor sensación de amplitud. Se eliminaron elementos que interrumpían la continuidad visual y se ajustaron zonas clave para facilitar el uso diario. Gracias a estos cambios, la vivienda ganó en luz natural y se generó una conexión más fluida entre las distintas áreas. En la zona de noche, se modificaron algunos tabiques para mejorar la privacidad de los dormitorios y aprovechar mejor los metros disponibles, sin alterar la estructura original.

Uno de los elementos clave del proyecto fue la renovación integral de la cocina. Además de mejorar su estética y funcionalidad, se convirtió en el nuevo punto de conexión entre los diferentes espacios de la vivienda. En el centro del diseño se colocó una barra semicircular a dos alturas que funciona como zona de trabajo, escritorio auxiliar y espacio para socializar. Esta pieza introdujo una geometría curva que se refleja en distintos puntos del proyecto, aportando continuidad visual y una identidad reconocible al conjunto.

La elección cromática combinó tonos primarios —con el amarillo y el azul como protagonistas— junto a acentos en verde, naranja y rojo, siempre dentro de una lógica compositiva cuidada. En cuanto a acabados, se utilizó LACA Celeste y LAMINADO Sable en la cocina, combinando frescura y calidez con un acabado duradero y fácil de mantener. En los baños, la misma LACA Celeste se aplicó junto al LAMINADO Pale, aportando uniformidad al conjunto sin perder ligereza visual.

Cada decisión se tomó pensando en el día a día de quienes habitan el espacio, con soluciones prácticas y bien integradas que hacen que la vivienda funcione de forma coherente y cómoda. El resultado es un piso que refleja las necesidades reales de la familia, mejora su calidad de vida y les ofrece un entorno con carácter propio.